
Por Fabiola Araiza
Desde junio de 2006 se había anunciado la nueva producción de Disney-Pixar Ratatouille. Sus creadores prometieron muchos avances en cuestión de animación y lo cumplieron. A una semana de haberse estrenado las filas para entrar a ver esta película, siguen a reventar.
El productor y director estadounidense Brad Bird, se ha propuesto reivindicar lo que es una película familiar para poder ser disfrutada por el público de cualquier edad. Aunque las ratas, y aun menos en la cocina, son animales poco tiernos, en esta producción pretende hacer de ellas unas criaturas sensibles.
Ratatouille, cuenta la historia de una graciosa rata llamada Remy y cuyo más grande sueño es convertirse en el mejor chef de Paris, además de Linguini una rata joven y despistada que está a punto de convertirse en el heredero de uno de los restaurantes más reconocidos y tradicionales de París.
Remy tiene un amigo imaginario llamado Gusteau y es por medio de él que llega al restaurante parisino en donde conoce a Linguini, quien está a punto de perder su trabajo. Con la ayuda de Remy, Linguini logra salvar su empleo y convertirse en una importante figura del mundo culinario.
El resto de los personajes que aparecen en este filme al igual que los personajes principales son divertidos y cada uno de ellos tiene sus propias particularidades. La historia en realidad no es nueva, habla de protagónicos que triunfan y son felices y de antagónicos que hacen todo lo posible por evitarlo. Bien dicen que los críticos son personas que quieren ser buenos en algún campo, pero que debido a limitaciones propias han sido frustrados, tal es el caso del crítico culinario Antón Ego, quien es la antitesis de Remy.
Aunque la historia es relativamente ya algo visto, lo que hay por destacar es el gran trabajo de animación en 3D que logra ilustrar de manera detallada las calles de París. Los sonidos son convincentes y claros, además la animación es sumamente realista y definida.
Ratatoulle nos muestra la belleza de elementos cotidianos, simples y sencillos. Tales como las calles, la cocina, las delicias que se pueden hacer poniendo los ingredientes en las manos correctas. Y aunque la personificación de animales es algo que Disney ha aplicado a sus últimas películas, es está sensibiliza el sentir de las ratas, haciendo que pasen de ser unos sucios animales de cocina a unos artistas culinarios.
Desde junio de 2006 se había anunciado la nueva producción de Disney-Pixar Ratatouille. Sus creadores prometieron muchos avances en cuestión de animación y lo cumplieron. A una semana de haberse estrenado las filas para entrar a ver esta película, siguen a reventar.
El productor y director estadounidense Brad Bird, se ha propuesto reivindicar lo que es una película familiar para poder ser disfrutada por el público de cualquier edad. Aunque las ratas, y aun menos en la cocina, son animales poco tiernos, en esta producción pretende hacer de ellas unas criaturas sensibles.
Ratatouille, cuenta la historia de una graciosa rata llamada Remy y cuyo más grande sueño es convertirse en el mejor chef de Paris, además de Linguini una rata joven y despistada que está a punto de convertirse en el heredero de uno de los restaurantes más reconocidos y tradicionales de París.
Remy tiene un amigo imaginario llamado Gusteau y es por medio de él que llega al restaurante parisino en donde conoce a Linguini, quien está a punto de perder su trabajo. Con la ayuda de Remy, Linguini logra salvar su empleo y convertirse en una importante figura del mundo culinario.
El resto de los personajes que aparecen en este filme al igual que los personajes principales son divertidos y cada uno de ellos tiene sus propias particularidades. La historia en realidad no es nueva, habla de protagónicos que triunfan y son felices y de antagónicos que hacen todo lo posible por evitarlo. Bien dicen que los críticos son personas que quieren ser buenos en algún campo, pero que debido a limitaciones propias han sido frustrados, tal es el caso del crítico culinario Antón Ego, quien es la antitesis de Remy.
Aunque la historia es relativamente ya algo visto, lo que hay por destacar es el gran trabajo de animación en 3D que logra ilustrar de manera detallada las calles de París. Los sonidos son convincentes y claros, además la animación es sumamente realista y definida.
Ratatoulle nos muestra la belleza de elementos cotidianos, simples y sencillos. Tales como las calles, la cocina, las delicias que se pueden hacer poniendo los ingredientes en las manos correctas. Y aunque la personificación de animales es algo que Disney ha aplicado a sus últimas películas, es está sensibiliza el sentir de las ratas, haciendo que pasen de ser unos sucios animales de cocina a unos artistas culinarios.
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